TIEMPO
DE CUARESMA
Exposición
dogmática
El Tiempo de Septuagésima nos ha recordado cómo debe
el hombre caído asociarse, por el espíritu de penitencia, a la obra redentora
del Mesías. Pues en esta Cuaresma, mediante el ayuno y demás prácticas
penitenciales, vamos a incorporarnos a ella de un modo todavía más perfecto. Nuestra
alma rebelde a Dios se ha hecho esclava del demonio, del mundo y de la carne. Y
precisamente en todo este santo tiempo nos muestra la Iglesia a Jesús ya en el
desierto (Domingo 1ro de Cuaresma), ya en medio de los
azares de su vida pública, combatiendo para librarnos de la triple atadura
del orgullo, de la avaricia y de
la lujuria, que nos esclavizan a las criaturas. Cuando por
su doctrina y sus dolores nos haya redimido del cautiverio y restituido la
libertad de hijos de Dios, nos dará, en las fiestas Pascuales la vida divina,
que habíamos perdido. De ahí que la liturgia cuaresmal, embebida como está de
las enseñanzas del Maestro y en el espíritu de penitencia del Redentor,
sirviera en otro tiempo para la formación de los catecúmenos, y para mover a compunción a los públicos penitentes, que aspiraban a resucitar con
Jesús el Sábado Santo, mediante la recepción del Sacramento del Bautismo, o el
de la Penitencia1. Esos son los dos
pensamientos que la Iglesia irá desarrollando durante la Cuaresma entera, mostrándonos
en la persona de los Judíos infieles a los pecadores, que no pueden volver a
Dios sino asociándose al ayuno de Jesús (Evangelio del 1er Domingo);
y en la de los Gentiles, llamados en su lugar, los efectos del Sacramento de la
regeneración (Evangelio del 2do y 3er Domingo) y de la
Eucaristía en nuestras almas (Evangelio del 4to Domingo).
En el Oficio divino
prosiguen las lecturas del Antiguo Testamento. En el 1er Domingo de Cuaresma, la figura de Isaac se
halla eclipsada por el pensamiento de Jesús en el desierto. En la 2da semana de Cuaresma la liturgia lee la
historia de Jacob, figura de Cristo y de su Iglesia, la cual es siempre
protegida y favorecida por Dios como aquel santo patriarca. Trátase de José en
las lecturas del Breviario de la 3ra semana, y
en él se ve una figura de Cristo y de la Iglesia, los cuales han devuelto
siempre el bien por el mal, y brillan con desusados fulgores por su inmaculada
vida. Por fin, la 4ta semana está
consagrada a Moisés, el cual libertó al pueblo de Dios, introduciéndolo después
en la tierra prometida, y figurando en esto lo que la Iglesia y Jesucristo
hacen con las almas por Pascua.
Vemos, pues,
cómo «Dios explica con la luz del Nuevo Testamento los milagros de los
tiempos primitivos» (Oración del Sábado Santo).
Así, meditando las páginas paralelas de entrambos Testamentos, nos dispondremos
a celebrar con la Iglesia los santos misterios pascuales, ya que aquellas
sagradas páginas nos dan cumplida inteligencia de la misericordia divina, que
no conoce límites.
La liturgia Cuaresmal nos exhorta también por
boca de Isaías, de Jeremías y de los Profetas; y en el Nuevo Testamento, por la
de San Pablo, cuyas Epístolas vienen a ser como el eco de la voz del Maestro,
que se oye en los Evangelios de esos cuatro Domingos.
Bien podemos
considerar todo este tiempo como un gran retiro espiritual,
en que entran todos los cristianos del mundo entero, para disponerse a la
fiesta Pascual, y que termina por la Confesión y Comunión pascuales. Así como
Jesús, retirándose del tráfago del mundo, oró y ayunó durante 40 días, y luego
en su vida de apostolado nos enseñó cómo hemos de morir a nosotros mismos, así
también la Iglesia, en esta santa Cuarentena, nos predica cómo debe morir en
nosotros el hombre de pecado.
Esa muerte se
manifestará en nuestra alma por la lucha
contra orgullo y el amor propio, por el espíritu de oración y la meditación más
asidua de la palabra divina. Se manifestará también en nuestro cuerpo por el ayuno, la abstinencia y la
mortificación de los sentidos. Aparecerá, por fin, en toda
nuestra vida mediante la renuncia mayor a los placeres y bienes
del siglo, dando más limosna2 y
absteniéndonos de alternar en las fiestas mundanales. Porque, en efecto, el
ayuno cuaresmal no debe ser sino la expresión de
los sentimientos de penitencia de que nuestra alma está embargada, ocupándose
tanto más libremente de las cosas de Dios cuanto más cercena el regalo de los
sentidos. Así, este “tiempo favorable” cual
ningún otro, es para los corazones generosos venero de santa alegría, la cual
traspira por todos los poros de la liturgia Cuaresmal.
Esa labor de
purificación se obra bajo la dirección de la Iglesia, que une nuestros
padecimientos con los de Cristo, ofreciendo nuestros ayunos y penitencias en el
Santo Sacrificio de la Misa. Los cobardes pueden también entrar con esfuerzo en
la lid, fiados en la gracia de Jesús, que no les ha de faltar, si imploran los
divinos auxilios contra el enemigo; y los fuertes no se engrían por su
observancia, porque deben saber que sólo la Pasión de Jesús es la que les
salva, y sólo“participando en ella por la paciencia se les aplican sus frutos” de
salud.
«La observancia de
Cuaresma –dice el papa Benedicto XIV– es el cíngulo de nuestra milicia, y por
ella nos distinguimos de los enemigos de la Cruz de Cristo; por ella conjuramos
los huracanes de las iras divinas; por ella somos protegidos con los auxilios
celestiales durante el día, y nos armamos contra los príncipes de las
tinieblas. Si esa observancia viniera a relajarse, cedería en merma de la
gloria de Dios, en desdoro de la religión católica, sería un peligro para las
almas cristianas, y no cabe duda que semejante entibiamiento se convertiría en
fuente de desgracias para los pueblos, de desastres en los negocios públicos, y
de infortunios para los mismos individuos».
Exposición
histórica
La liturgia Cuaresmal nos hace seguir a Jesús en todas
las andanzas de su apostólico ministerio.
Primer año
Jesús pasó primero 40
días en el desierto en el monte de la Cuarentena, al N.E. de Betania (Evangelio 1er Domingo).
Luego se rodeó de sus
primeros discípulos y subió con ellos a Galilea, de donde volvió a Jerusalén
para celebrar allí la primera fiesta de la Pascua, arrojando entonces a los
vendedores del Templo (Lunes 4ta Semana). Después de
haber evangelizado la Judea durante varios meses, se fue a Siquén, donde
convirtió a la Samaritana (Viernes 3ra Semana),
de donde pasó a Nazaret, predicando en su sinagoga (Lunes 3ra Semana). De allí,
por fin, se encaminó a Cafarnaún, recorriendo después toda la Galilea (Jueves 3ra Semana).
Segundo año
Jesús volvió de nuevo
a Jerusalén para la segunda Pascua, y allí curó al paralítico de la piscina de
Betsaida (Evangelio Viernes 1ra Semana). De nuevo en
Galilea, predicó el Sermón de la Montaña (Monte Kouroun-Hattin) (Miércoles de Ceniza y Viernes siguiente). Entrando en
Cafarnaún, sanó al siervo del Centurión (Jueves después de Cenizas)
y luego resucitó en Naín al hijo de una viuda (Evangelio Jueves 4ta Semana).
Entonces evangelizó de nuevo la Galilea, y se fue inmediatamente a
Betsaida-Julias, en los dominios de Filipo. En las cercanías de esa ciudad
multiplicó los panes (4to Domingo), y luego anduvo
sobre las aguas del Lago, cuando regresaba a Cafarnaún (Sábado después de Cenizas).
Tercer año
Jesús recorrió por
entonces las regiones de Tiro y de Sidón, a donde le siguieron sus enemigos (Miércoles 3ra Semana); oyó la súplica de la
Cananea cuando pasaba por junto a Sarepta (Jueves 1ra Semana)
y, volviendo por Cesarea de Filipo, regresó a Galilea, teniendo entonces lugar
la Transfiguración (Sábado 1ra Semana y 2do Domingo).
De vuelta en Cafarnaún, predicó la misericordia a sus apóstoles (Martes 3ra Semana) y enseguida subió a Jerusalén a
la fiesta de los Tabernáculos, para no volver más a Galilea. Allí confundió a
los Judíos que le acusaron de quebrantar el sábado (Martes 4ta Semana),
perdonó a la mujer adúltera (Sábado 3ra Semana),
enseñó en el Templo (Sábado 4ta Semana – Lunes 2da Semana)
y curó al ciego de nacimiento (Miércoles 4ta Semana).
Después de estar Jesús en Galilea pasó a Perea, donde devolvió el habla a un
mudo (Domingo 3ro) y mostró a Jonás como una imagen de su
resurrección (Miércoles 1ra Semana). De allí vino a Jerusalén
para la fiesta de la Dedicación, y luego volvió a Perea donde predicó la
parábola del hijo pródigo (Sábado 2da Semana)
y del rico epulón (Jueves 2da Semana). Entonces
fue llamado a Betania, donde resucitó a Lázaro (Viernes 4ta Semana).
Después de irse a Efrén se dirigió a Jerusalén, anunciando cómo iba a ser condenado
a muerte (Miércoles 2da Semana). En el Templo arrojó otra
vez a los vendedores (Martes 1ra Semana), pronunció
la parábola de los viñadores rebeldes (Viernes 2da Semana)
y desenmascaró la hipocresía de los fariseos (Martes 2da Semana).
Por fin, subió al monte Olivete y, mirando a Jerusalén en donde habían de
crucificarle tres días después, habló del Juicio que separará para siempre a
los buenos de los malos (Lunes 1ra Semana).
Exposición
litúrgica
El Tiempo de Cuaresma se divide en dos partes. La 1ra empieza el Miércoles de Ceniza,
llamado por la liturgia “Principio de la santísima
Cuaresma”, para terminar el Domingo de Pasión.
La 2da comprende la “gran quincena”, que
lleva el nombre de Tiempo de Pasión.
Descontando los cuatro Domingos de Cuaresma y los de Pasión y Ramos, tenemos
sólo 36 días de ayuno, a los cuales se han añadido los cuatro que preceden para
obtener así el número exacto de 40 «que la Ley y los Profetas
habían inaugurado, y que Cristo mismo consagró con su ejemplo»3.
Estaciones Cuaresmales
Todas las misas de
Cuaresma tienen su Estación4. El Papa, en efecto, celebraba la misa solemne
sucesivamente en las grandes basílicas, en las 25 parroquias de Roma5 y en algunos santuarios más, rodeado de su clero y
su pueblo. A eso se llamaba Estación. El nombre,
que aún perdura en el Misal, nos recuerda que Roma es el centro del culto
cristiano, pero eso ya es sólo el rastro de una liturgia mas de doce veces
secular y en otros tiempos tan solemne. La Cuaresma, con Misa
estacional diaria, es uno de los tiempos litúrgicos más antiguos y más
importantes del año. El Ciclo Temporal,
consagrado a la contemplación de los misterios de Cristo, ejerce ahora
cotidiano y directo influjo sobre los fieles, mientras que en las demás épocas
del año las fiestas de entre semana son más bien fiestas de Santos. Y como quiera que toda la vida cristiana se
resume en la imitación de Jesús, este Tiempo, en que el Ciclo Santoral es más reducido, ha de ser
especialmente fecundo para nuestras almas.
La Iglesia ha
admitido, por su excepcional importancia, la fiesta de la Anunciación (25 de Marzo), y después la de San Matías (24 de Febrero) en la liturgia
cuaresmal. Y aunque, en el curso de los tiempos, háyanse añadido otras misas en
honor de los Santos, sin embargo es del todo conforme al espíritu de esta
época, como nos lo recordaba San Pío X en su Bula “Divino afflatu”, preferir la misa ferial, no
tratándose de un doble de 1ra o de 2da clase; pues durante toda la Cuaresma la
misa oficial de los cabildos es de la feria (con morado), exceptuándose estas
fiestas, y aun en estos mismos días (Anunciación, San José y San
Matías), se celebra una misa de la feria en las catedrales y
colegiatas, para no interrumpir por nada la preparación pascual.
Con el fin de
inculcar el espíritu de penitencia, la Iglesia no sólo suprime el Gloria y el Aleluya y
reviste a sus sacerdotes de ornamentos morados durante esta santa Cuarentena,
sino que impone silencio al órgano. Después de la Poscomunión se dice una
Oración sobre el pueblo, precedida de este aviso: «Humillad vuestras cabezas delante de Dios».
La sociedad cristiana
suspendía antiguamente durante este tiempo los tribunales de justicia y las
guerras, declarándose la Tregua de Dios. Era
también un tiempo prohibido para las bodas, y aun hoy día prohíbe la Iglesia
dar en Cuaresma la bendición solemne a
los esposos.
Fuente: Misal Diario y Vesperal –
Dom. Gaspar Lefebvre, O.S.B.
__________________________
1. El espíritu y
hasta la ceremonia de estos dos sacramentos de muertos se encuentran en la
liturgia del Tiempo de Cuaresma; ellos son término y resumen de esta época
purgativa, en el cual morimos con Jesús al pecado.
2. El que no puede ayunar, debe dar más limosna a los pobres, para de este modo redimirse de los pecados, de que no se puede curar con el ayuno. Sermón de Cuaresma de San Cesáreo de Arlés (542).
3. Himno de Maitines.
4. Los Oblatos Benedictinos, los Terciarios Franciscanos, Dominicos y los miembros de otras asociaciones pueden ganar las indulgencias estacionales si asisten a la santa misa, aun estando fuera de Roma.
5. Estas parroquias, que existían ya en el siglo V, se llamaban“Títulos”, y los curas de Roma que las servían el nombre de Cardenales (incardinati), que quiere decir ligados a estas Iglesias. He ahí por qué aun hoy día todos los Cardenales son titulares de cada uno de estos santuarios.
2. El que no puede ayunar, debe dar más limosna a los pobres, para de este modo redimirse de los pecados, de que no se puede curar con el ayuno. Sermón de Cuaresma de San Cesáreo de Arlés (542).
3. Himno de Maitines.
4. Los Oblatos Benedictinos, los Terciarios Franciscanos, Dominicos y los miembros de otras asociaciones pueden ganar las indulgencias estacionales si asisten a la santa misa, aun estando fuera de Roma.
5. Estas parroquias, que existían ya en el siglo V, se llamaban“Títulos”, y los curas de Roma que las servían el nombre de Cardenales (incardinati), que quiere decir ligados a estas Iglesias. He ahí por qué aun hoy día todos los Cardenales son titulares de cada uno de estos santuarios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario