CUARTO
DOMINGO
DE ADVIENTO
DE ADVIENTO
ESTACIÓN EN LOS DOCE SANTOS APÓSTOLES
I clase - Ornamentos morados
La
misa del 4° Domingo de Adviento, como toda la liturgia de este tiempo, tiende
a disponernos al doble advenimiento de Cristo, advenimiento de misericordia
en Navidad, y de justicia al fin de los siglos. El Introito, Evangelio,
Ofertorio y Comunión se refieren al primero, la Epístola al segundo, la
oración, Gradual y Aleluya conciernen tanto al uno como al otro.
En
esta misa se encuentran también las tres grandes figuras que preocupan a la
Iglesia durante el Adviento, que son: Isaías, el Bautista y la Virgen María.
El profeta Isaías vaticina de San Juan Bautista diciendo que él es “la voz
del que clama en el desierto: Preparad los caminos del Señor”(Ev.).
Juan decía a los que en torno suyo se agolpaban para ser por él bautizados:
¡Casta de víboras! ¿quién os ha enseñado a huir de la ira venidera?
Pues
bien, esta ira que ha de venir es el castigo final que el pecador no podrá
eludir, a menos que ahora recurra a los gemidos de la penitencia. El amigo
del Esposo nos amonesta a que hagamos frutos, y frutos dignos de penitencia.
Estas palabras son un llamamiento a la conciencia de cada cual, invitándole a
ganarse por medio de la penitencia un tesoro de obras buenas, tanto más
cuanto mayores fueren los daños causados por el pecado (3° Noct.).
Dios nos dice por medio del Profeta Isaías: “Yo guiaré a los ciegos por el
camino que no conocen, y convertiré delante de ellos las tinieblas en luz, y
no los abandonaré jamás”. El Apóstol San Juan nos explica de que manera se ha
cumplido este misterio cuando dice: “ Sabemos que el Hijo de Dios ha venido,
y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al verdadero Dios, y estemos
en su verdadero Hijo” (2° Noct.). Merced al amor entrañable que Dios
nos ha demostrado, envió a la tierra a su único Hijo, nacido de la virgen
María. De ahí que en la comunión nos recuerda la Iglesia la profecía de
Isaías: “He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz al Emmanuel”. Y en el
Ofertorio engarza en un solo saludo las palabras que el Arcángel e Isabel
dirigieron a María. Escribe San Gregorio: “Gabriel, que significa la
fortaleza de Dios, es enviado a la virgen, porque venía a anunciar al Mesías,
el cual quiso aparecer en al humillación y en la bajeza, para domar a todas
las potestades aéreas. Por eso convenía que fuese Gabriel, la fortaleza de
Dios, quien anunciase al que venía como Señor de las virtudes, al
todopoderoso, al invencible en las batallas, para derrocar a todos los
poderes del aire” (Serm. 35). La oración alude precisamente a esta
gran fortaleza del Señor, la cual ya se manifiesta ya en su primer
advenimiento; pues Jesús venció al demonio estando revestido de su débil y
mortal humanidad. Háblanos también de la manifestación de su “inmenso
poderío, que habrá de realizarse cuando por segunda vez viniere como Juez
supremo, con todo el esplendor de su divina majestad, a dar a cada cual según
sus obras (Ep.).
Al pensar que de una manera o de otra
Jesús esta siempre cerca de nosotros, digámosle con la Iglesia: ¡Ven, Señor,
y no tardes!
El párroco celebra hoy la misa por sus
feligreses.
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Antiphona
ad Introitum. Is. 45, 8. Roráte,
cæli, désuper, et nubes pluant justum: aperiátur terra, et gérminet
Salvatórem. Ps. 18, 2. Cæli enárrant
glóriam Dei: et ópera mánuum ejus annúntiat firmaméntum.
V. Glória Patri.
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Antífona de Entrada.
Cielos,
enviad rocío desde arriba y lluevan las nubes al Justo: ábrase la tierra,
brote al Salvador. Ps. Los cielos
cantan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la grandeza de las obras de
sus manos.
V. Gloria al Padre.
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Durante el Adviento, en las misas del tiempo, no se dice el GLORIA
IN EXCELSIS.
Oratio
Excita,
quǽsumus, Dómine, poténtiam tuam, et veni:
et magna nobis virtúte succúrre; ut per auxílium grátiæ tuæ, quod nostra
peccáta præpédinut, indulgéntia tuæ propitiatiónis accéleret: Qui vivis et
regnas.
R. Amen
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Oración
Despierta
tu poder, Señor, y vén, te lo rogamos; y socórrenos con tu gran fuerza, de
suerte que tu indulgencia, siempre propicia, nos conceda prontamente, por el
auxilio de tu gracia, los bienes que nuestros pecados alejan. Tu que vives y
reinas en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos.
R. Amén.
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No se dice ninguna otra
oración.
Epístola
La Iglesia ensalza, por boca
de San Pablo, la dignidad sacerdotal, inculca a los ministros sagrados sus
obligaciones y disuade a los fieles de juzgarlos con ligereza, remitiéndolo
todo al juicio de Dios.
Lectio Epístolæ beáti Páuli Apóstoli ad Corínthios.
I Cor. 4, 1-5
Fratres:
Sic nos exístimet homo ut minístros Christi, et dispensatóres mysteriórum
Dei. Hic jam quǽritur inter dispensatóres,
ut fidélis quis inveniátur. Mihi autem pro mínimo est, ut a vobis júdicer aut
ab humáno die: sed neque meípsum júdico. Nihil enim mihi cónscius sum: sed
non in hoc justificátus sum: qui autem júdicat me, Dóminus est. Itaque nolíte
ante tempus judicáre, quoadúsque véniat Dóminus: qui et illuminábit
abscóndita tenebrárum, et manifestábit consília córdium: et tunc laus erit
unicuíque a Deo.
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Lección de la Epístola del Apóstol Pablo a los Corintios.
Hermanos:
A nosotros, pues, nos ha de considerar el hombre como unos ministros de
Cristo y dispensadores de los misterios de Dios. Esto supuesto, entre los
dispensadores lo que se quiere es, que sean hallados fieles a su ministerio.
Por lo que a mí toca, muy poco me da el ser juzgado por vosotros, o en
Cualquier juicio humano; pues ni aún yo me atrevo a júzgame a mí mismo.
Porque si bien no me remuerde la conciencia de cosa alguna, no por eso me
tengo por justificado: pues el que me juzga es el Señor. Por tanto, no
juzguéis antes de tiempo, suspended el juicio hasta tanto venga el Señor, el
cual sacará a plena luz lo que está en los escondrijos de las tinieblas y
descubrirá en aquel día las intenciones de los corazones; y entonces cada
cual será de Dios alabado.
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Graduale. Ps. 144, 18 et 21.
Prope est Dóminus ómnibus invocántibus eum: ómnibus, qui ínvocant
eum in veritáte. V. Laudem Dómini loquétur os
meum: et benedícat omnis caro nomen sanctum ejus.
Allelúia, allelúia.
V. Veni, Dómine, et noli tardáre: reláxa
facínora plebis tuæ Israël. Allelúia.
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Gradual. El Señor está cerca de todos los que le invocan;
de todos los que le imploran de verdad. V.
Cantará mi boca las alabanzas del Señor: bendigan todos los mortales su santo
nombre.
Aleluya,
aleluya. V. Ven, Señor, no tardes,
perdona los pecados de tu pueblo Israel. Aleluya.
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En las ferias de Adviento, es decir, cuando en un
día de semana se dice la misa del Domingo, se omite el Aleluya y el versículo.
Evangelio
El Precursor nos exhorta a preparar la venida del
Señor, obrando con rectitud y con humildad y quitando del corazón todo
obstáculo, el mayor y más tenaz de los cuales es el pecado.
U Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam
Luc. 3, 1-6.
Anno quintodécimo impérii Tibérii Cǽsaris, procuránte Póntio Piláto Judǽam, tetrárcha autem Galilǽæ
Heróde, Philíppo autem fratre ejus tetrárcha Iturǽæ
et Trachonítidis regiónis, et Lysánia Abilínæ tetrárcha, sub princípibus
sacerdótum Anna et Cáipha: factum est verbum Dómini super Joánnem, Zacharíæ
fílium, in desérto. Et venit in omnem regiónem Jordánis, prǽdicans baptísmum pœniténtiæ in remissiónem
peccatórum, sicut scriptum est in libro sermónum Isaíæ prophétæ: Vox
clamántis in desérto: Paráte viam Dómini: rectas fácite sémitas ejus: omnis
vallis implébitur: et omnis mons et collis humiliábitur: et erunt prava in
dirécta, et áspera in vias planas: et vidébit omnis caro salutáre Dei.
Credo.
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U Continuación del
Santo Evangelio según San Lucas.
El
año decimoquinto(1) del imperio de
Tiberio César, gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca de
Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Judea y de la provincia de
Traconítide, y Lisanías tetrarca de Abilina; hallándose de sumos sacerdotes
Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en
el desierto(2). El cual obedeciendo al instante vino por toda
la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para la remisión
de los pecados: como está escrito en el libro de los vaticinios del profeta
Isaías: Se oirá la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino
del Señor, enderezad sus sendas: todo va1le será terraplenado, todo monte y
cerro, allanado, los caminos torcidos serán enderezados y los escabrosos
igualados. Y verán todos los hombres al Salvador de Dios.
Credo.
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Antiphona ad Offertorium. Luc. 1, 28. Ave, María, grátia piena; Dóminus tecum:
benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui.
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Antífona
del Ofertorio.
Dios
te salve, María, llena eres de gracia: el Señor es contigo. bendita tu eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre(3).
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Secreta
Sacrifíciis præséntibus, quǽsumus, Dómine, placátus inténde: ut et devotióni
nostræ profíciant et salúti. Per Dóminum.
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Secreta
Te
suplicamos, Señor, mires propicio a los presentes sacrificios; para que
aprovechen a nuestra devoción y salud. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Prefacio de la
Santísima Trinidad
(Durante la semana, Prefacio común)
(Durante la semana, Prefacio común)
Vere dignum et justum est,
aequum et salutáre, nos
tibi
semper et ubíque grátias
ágere:
Dómine, sancte Pater,
omnípotens aetérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo et Spíritu Sancto unus
es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónae, sed in uníus
Trinitáte substántiae. Quod
enim de tua glória, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu
Sancto sine differéntia discretiónis sentímus. Ut in confessióne verae
sempiternaéque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et
in majestáte adorétur aequálitas. Quam
laudant Ángeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant
clamáre quotídie, una voce dicéntes:
Sanctus, Sanctus,
Sanctus...
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Verdaderamente es digno y justo, equitativo y
saludable, que te demos gracias siempre y en todo lugar: Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno. Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo,
eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona,
sino en la Trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has
revelado de tu gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo,
sin diferencia ni distinción. De modo que, al reconocer una sola verdadera y
eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad
en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y
los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar
diariamente, diciendo a una voz:
Santo, Santo, Santo, etc.
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Antiphona ad Communionem. Is. 7, 14. Ecce
virgo concípiet et páriet fílium: et vocábitur nomen ejus Emmánuel.
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Antífona de
Comunión.
He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un
Hijo, y su nombre será Emmanuel(4).
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Postcommunio
Sumptis
munéribus, quǽsumus, Dómine: ut cum
frequentatióne mystérii, crescat nostræ salútis efféctus. Per Dóminum.
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Postcomunión.
Recibidos
estos dones, te suplicamos, Señor, que con el frecuente uso de este Misterio,
crezca en nosotros el fruto de nuestra redención. Por nuestro Señor
Jesucristo.
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- (1)
El Cristianismo está muy lejos de ser una especulación teosófica, que
brota de las necesidades íntimas de la conciencia y de las cuales el
alma no puede darse cuenta cabal; es una revelación de fe y un hecho
histórico que se impone a la razón humana. Como hecho histórico, el
cristianismo se presenta al mundo con todas las garantías exigidas por la
crítica histórica más concienzuda: documentos auténticos y verídicos,
milagros cuidadosamente verificados, doctrina divinamente superior a
cualquiera otra sabiduría humana. He aquí la razón por la cual San Lucas
comienza la narración de este Evangelio por la cronología de los Soberanos
que regían a la sazón los destinos de Palestina. (Card. Schuster).
- (2)
En el desierto, es decir, en el silencio y recogimiento, no en el
bullicio y agitación de los negocios y desvaríos del mundo es donde hace
Dios oír su palabra.
- (3)
En este Ofertorio es donde se encuentra por primera vez la fórmula de la
primera parte del “Ave María”, tal como se usó en toda la Edad Media. La
segunda parte: “Santa María”, etc., brotó del corazón de los cristianos.
- (4) Emmanuel significa: “Dios con
nosotros”, es decir, Dios viviendo entre los hombres.
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